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GIUSEPPE GARIBALDI: Lo que Italia le debe a Gualeguay
Por Gustavo Raúl Cichero y Eduardo Antonio Ramírez

Intervención del pueblo gualeguayense durante la prisión de Giuseppe Garibaldi en la ciudad de Gualeguay, transcurrida en seis meses del año 1837.

“Quién quiera seguirme, será recibido entre los míos,
a esos no les pido sino un corazón lleno de amor por la patria.
No tendrán sueldo ni descanso; tendrán pan y agua, cuando la suerte les dé”.
José Garibaldi. (1)

INTRODUCCIÓN

Sumado al interés histórico que despierta Giuseppe Garibaldi en el mundo entero, a los entrerrianos, nos atrapa entrañablemente su figura por ser nuestra tierra el primer escenario de sus hazañas. Estas, se desarrollaron en dos etapas: en la primera al servicio de la República de Río Grande (1837-1838) y en la segunda a favor del gobierno de Montevideo contra Don Juan Manuel de Rosas.

Pero, ¿qué trajo a Garibaldi a este rincón del mundo?

¿Habrá sido el deseo de consolidar la libertad de los pueblos sofocados por las oligarquías gobernantes; o quizás la aspiración de adoctrinar a estos pueblos en los ideales libertarios?

Muchos son los interrogantes que rodean la visita de este héroe italiano a las provincias del Río de La Plata.

Según Juan B Tonelli, el motivo que lo trajo a este rincón del Mundo, era cumplir con el propósito de: “[...] intensificar su gimnasia revolucionaria y buscar una fama para llevar a Italia, a fin de no ser en el movimiento que habría de estallar en su patria, una figura de segundo plano” (2)

Si esta era su meta, la alcanzó plenamente pues, a su tierra natal, regresó con el grado de coronel y un grupo de hombres partidarios de él y sus ideales pero, principalmente, con la fama de ser un aventurero de renombre.

Este breve trabajo, no pretende relatar detalladamente la estadía de Garibaldi en Gualeguay. Otros investigadores ya lo han hecho, abordando fuentes y material bibliográfico con un resultado ampliamente positivo. En la bibliografía presentada se pueden apreciar las obras de Amaro Villanueva y de Humberto Pedro Vico, las cuáles nos brindan datos pormenorizados sobre la vida de Giuseppe Garibaldi en Gualeguay. Simplemente se trata de concientizar al público lector sobre la relevancia que tuvo el pueblo gualeguayense en la vida del ilustre italiano. Como queda planteado, a lo largo del artículo, las permanentes intervenciones del vecindario de Gualeguay posibilitaron que don Giuseppe se mantuviera con vida en sus seis meses de prisión en la ciudad.

No solamente queremos valorar la importancia que tuvo para Gualeguay la presencia de Garibaldi sino también rescatar, fundamentalmente, el accionar de la población que benefició directamente al “revolucionario italiano” e indirectamente a toda Italia, salvando la vida de quien años después sería su héroe y libertador.

GARIBALDI: CORSARIO EN RÍO GRANDE

El nexo de unión entre Garibaldi y la ciudad de Gualeguay, fue su participación activa en la guerra entre la República de Río Grande y el Imperio del Brasil. El motivo, de este conflicto bélico, se genero a partir de la constitución de Río Grande como un estado independiente. Brasil, que desconoce a la nueva República, le declara la guerra.

El revolucionario, que había llegado a este hemisferio porque su cabeza tenía precio en su patria (3), se contactó con los italianos republicanos y mazzinianos que ya vivían en esta parte de América. Defensor de estas ideas, tomó partido inmediatamente por la naciente república y ofreció sus servicios como corsario.

El presidente de la misma, aceptó la oferta e inmediatamente movilizó todo lo que estaba a su alcance para verlo en acción.

Con una nave, a la que bautizó “Mazzini”, y doce hombres, nuestro personaje se lanzó a la mar en busca de aventuras. “Finalmente éramos libres, navegábamos bajo un pabellón republicano; en fin, éramos corsarios [...] capaces de declarar la guerra a un imperio".(4)

Ya en el mar, la nave fue rebautizada con el nombre de “Farroupilha”, que significa Andrajosa o Harapienta, de esta manera llamaban los brasileros imperiales a los separatistas de Río Grande, por analogía a los “Mendigos de tierra y de mar” de los Países Bajos, sublevados oportunamente contra el rey español Felipe II (5).

ENFRENTAMIENTO NAVAL Y HERIDA DE GARIBALDI

Luego de un primer encuentro con una goleta mercante, llamada "Luisa", a la cual hace prisionera, la antigua Mazzini es hundida y reemplazada por la recientemente capturada, siendo rebautizada como "Andrajosa". Cumplida esta primera acción de corso, se dirige hacia el Río d ela Plata porque el puerto de Río Grande estaba bloqueado por la flota del Imperio.

Los gobiernos de Montevideo y Buenos Aires no aceptaban a la nueva Nación. “Oribe, que en su calidad de jefe de la República de Montevideo no reconocía a las otras repúblicas, dio orden al gobernador de Maldonado para prenderme y apoderarse de la galera. Felizmente el gobernador de Maldonado era un excelente hombre que, en lugar de ejecutar la orden que recibió, [...] me mandó prevenir para que levase anclas y partiese para mi destino, si es que lo tenía”. (6)

Ante la desobediencia, el gobierno de la Banda Oriental insistió y mandó interceptarlo. El encuentro entre los dos bandos fue violento. En la contienda, “don” José, resultó herido en el cuello. Sus hombres, dirigidos ahora por Luis Carniglia, asustados al ver que su líder desfallecía, emprendieron la retirada, internándose en el Río Paraná. La ruta seguida era indicada por un agonizante Garibaldi que lo contó de la siguiente manera: “Herido mortalmente, no teniendo a bordo quien poseyese el menor conocimiento geográfico, mandé buscar la carta y, con mucha dificultad, pues tenía la vista cubierta con un velo que me parecía el de la muerte, indiqué con el dedo Santa Fe, en el río Paraná”.(7)

EL RESCATE: LA “PINTORESCA” Y JACINTO ANDREU

En el camino, a la altura del Paraná Ibicuy, se toparon con la “Pintoresca”, una embarcación de pasajeros que unía Gualeguay con Buenos Aires. Su capitán, Lucas Tartabull, al enterarse quien era el corsario y conocer la gravedad de la herida, muy generosamente, se puso a sus órdenes para trasladarlo a la ciudad de Gualeguay.

En la obra de Amaro Villanueva, "Garibaldi en Entre Ríos", se puede leer: “Uno de los pasajeros, el acaudalado comerciante catalán don Jacinto Andreu, pidió al capitán que detuviera el barco y se pusiera al habla con la gente de la goleta […]. [Garibaldi] Expresábase […] con dificultad, más así y todo, conversó con el señor Andreu, quien, masón como era, al reconocer en el herido a un hermano, le instó a que se dejara trasladar a Gualeguay, donde lo alojaría en su casa y lo cuidaría convenientemente” (8)

Garibaldi, reconociendo que no tenía otra alternativa, aceptó la oferta. Así fue como llegó a Puerto Ruiz, aproximadamente en agosto de 1837.

GARIBALDI EN GUALEGUAY

Una vez allí, fue trasladado a la Villa junto con sus hombres. El gobernador de la provincia, Pascual Echagüe, quien en esos momentos se encontraba en la ciudad, ordenó que se le diera el pueblo por cárcel y puso a disposición de éste a su médico, Ramón del Arca. Éste le extrajo la bala que se alojaba en el cuello, aliviando el peligro que corría su vida. (9)

En Gualeguay se hospedó en la casa de Jacinto Andreu, hombre que junto a su esposa, Micaela Hermoso, se brindó por entero al cuidado y atención del visitante. Así, comienzan los días del italiano en nuestra ciudad, días que se prolongarán por seis meses según el protagonista y por más de un año según Antonio Cuyás Sampere (10).

El revolucionario se dedicó a pasear por la ciudad. Los vecinos lo invitaban a sus hogares, donde se desarrollaban reuniones que convertían al italiano, por sus relatos y hermosa figura, en centro de atracción.

“Enfocada así la atención de la villa hacia el gallardo perseguido, éste fue más que nunca objeto de afectuosas atenciones, formándose por las noches en su alojamiento, y en torno suyo, animadas y cordiales tertulias de las que participaban las damas y niñas de la sociedad local […]” (11)

Como puede apreciarse, en el relato anterior, la población se brindó plenamente a don José Garibaldi. Su condición de aventurero y su juventud no despertaron recelos y rechazo, sino admiración y hospitalidad.

Además, de estos encuentros sociales, Garibaldi recorría la ciudad y su zona a caballo, visitando a los nuevos amigos conocidos después de su desembarco en Puerto Ruiz. Uno de ellos era Bernardo Gallo, un poderoso terrateniente que había nacido en Italia y se había radicado en la zona, camino al puerto antes señalado. Este personaje es necesario destacarlo, pues será quien brindará todos los medios necesarios para que don José pueda fugarse de la ciudad. (12)

Este período de su vida fue muy tranquilo, hecho que lo incomodaba, iba contra su espíritu aventurero. “Curado de mi herida comencé a dar algunos paseos, que por orden de la autoridad eran muy limitados. A cambio de mí navío confiscado, me daban un escudo por día, lo que en realidad era mucho para un país en que, siendo todo muy barato, casi no se gasta dinero” (13). Además, pasaba el tiempo relacionándose con la gente de la ciudad, visitando el campo y aprendiendo a cabalgar como cualquiera de nuestros paisanos. “Pero todo esto no valía mi libertad” (14)

LA FUGA

Luego, tras vivir más de medio año en nuestro pueblo, decidió escaparse. ¿Qué motivos lo llevaron a tomar tal determinación, abandonando una ciudad que le había brindado todo? Pues bien, el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, encargado de las Relaciones Exteriores del país, había desconocido a la República de Río Grande y considerado a sus navegantes como piratas. Para no perder las relaciones con el Imperio del Brasil, estaba dispuesto a cumplir con el pedido de extradición que había sido solicitado. “(...) la novedad causó sincera y honda consternación en el círculo íntimo creado en torno al “héroe” de nuestro relato, por lo que en complicidad con sus amigos acordó la fuga” (15)

Para concretar el hecho, sus allegados gualeguayenses, dentro de los que se registran Gregorio Correa, Jacinto Andreu y Bernardo Gallo, le consiguieron un baquiano, el mulato Juan Pérez, y un caballo que lo trasladarían a Ibicuy, donde se embarcaría rumbo a Montevideo. Una vez que estuvo todo preparado, don José abandonó la ciudad con su guía y acompañante; pero éste, después de cierto tiempo de marcha, dejó solo al fugitivo con la excusa de explorar el camino. Nada de esto hizo, sino regresar al poblado y comunicar al Comandante Leonardo Millán lo ocurrido.

La cara de Millán se transformó, se sintió lastimado y traicionado, por aquel hombre a quien tan bien había atendido. Furioso con el italiano, mandó una compañía de cinco hombres dirigidos por Elías Campodónico para que lo apresaran (16). La captura fue fácil, pues el prófugo no ofreció resistencia. (17)

LAS TORTURAS Y LA INTERVENCIÓN DE LOS VECINOS DE GUALEGUAY: SALVACIÓN Y LIBERTAD

De regreso en Gualeguay, el trato no fue nada cordial como lo había sido hasta su evasión, pues llegó a la misma atado de pies y manos.
El Comandante Millán, que estaba sediento de venganza, lo recibió en su oficina. En aquel lugar se desarrolló una cruenta tortura, que tenía como fin obtener los nombres de los implicados en la huida. “Excusado, es decir que no hice tal confesión, pues declaré que sólo yo la había planeado y ejecutado. Entonces, como me encontraba atado y Leonardo [Comandante Millán] no tenía nada que temer, aproximose a mí y comenzó a castigarme en la cara con el rebenque. Después renovó sus preguntas, no siendo más feliz que la primera vez.

Me envió a prisión y dijo en voz baja algunas palabras al oído de uno de los guardas. Esas palabras eran la orden de aplicarme tortura.

Llegado a la habitación que me estaba destinada, los guardas me dejaron las manos atadas a la espalda, me colocaron en las muñecas una nueva cuerda, y pasaron la otra extremidad a una viga
[Esta viga y un catalejo que perteneció a Garibaldi forman parte de la colección del Museo Juan Bautista Ambrosetti de Gualeguay], suspendiéndome a cuatro o cinco pies del suelo. Entonces Leonardo entró en la prisión y me preguntó de nuevo si estaba resuelto a decir la verdad. La única venganza que podría tomar era escupirle en el rostro y así lo hice [...]. Después salió.

Quedé dos horas en esta horrible posición. El peso de mi cuerpo sobrecargaba en mis puños ensangrentados y en mis hombros dislocados. Me parecía estar sobre brasas.

A cada momento pedía agua, y mis guardas, más humanos que mi verdugo, me la daban (18), pero ella no mataba la sed devoradora que sufría [...]. Al cabo de dos horas mis guardas, teniendo piedad de mi estado, o creyéndome muerto, me descendieron. Caí en el suelo sin movimiento. Era una masa inerte, sin otro sentimiento que el de un profundo y mudo dolor. Era casi un cadáver.

En ese estado, sin saber yo lo que hacía de mí, me metieron en el cepo.


Había andado con las manos y lo pies atados a través de pantanos [...]. Los mosquitos, numerosos y embravecidos en esta estación, habían convertido mi rostro y mis manos en una gran llaga. Había sufrido durante dos horas horribles torturas, y cuando volví en mí, me encontré atado como un asesino”. (19)

Una parte del pueblo, al enterarse que Garibaldi había sido recapturado y torturado, se solidarizó con él y decide interceder ante el Comandante Millán. Los efectos fueron positivos, será curado de sus heridas y alimentado por almas solidarias de la ciudad que lo visitan en prisión, especialmente la señora Rosa Sanabria de Alemán, quien pediría a Millán que detenga las vejaciones (20)

Así relata el mismo Garibaldi la ayuda del vecindario: “Los habitantes todos de la villa se hallaban aterrados, y sin el alma generosa de una mujer hubiera yo muerto. La señora Alemán, ángel virtuoso de bondad, desechó el temor que a todos había invadido y vino en mi socorro. Nada me faltó en la prisión, gracias a mi incomparable bienhechora.” (21)

Mientras unos hacen esto, otros que conocen al gobernador, cuentan al gobernador lo sucedido para que tome cartas en el asunto. Según Antonio Cuyás y Sampere, él elevó una carta al gobernador Pascual Echagüe para que detenga las torturas. (22)

El gobernador Echagüe, compadecido con el corsario por los sufrimientos que le ha tocado vivir, determina que se lo traslade a Paraná, en condiciones humanas y con el mayor de los respetos que infundía su figura.
Obligado a obedecer a su superior, Millán lo manda a la capital de la provincia, donde es dejado en libertad (23). Desde allí se traslada a Montevideo, sumándose a la lucha, junto a los unitarios argentinos, contra Juan Manuel de Rosas.

El recuerdo de este visitante se mantuvo tan vivo en Gualeguay, que unos diez años después, cuando el edificio de la Comandancia fue destruído para construir uno más moderno, el vecino Juan Hermoso, apodado “El Mataco”, retiró de las ruinas la cumbrera de palma, como presente del que seguramente fuera su amigo: “Giuseppe Garibaldi”.

CONCLUSIÓN

A lo largo de estas páginas se pudo corroborar que, tal como se plantea en la introducción, la población de Gualeguay fue protagonista indiscutida de la vida de Giuseppe Garibaldi.

La investigación nos permite comprobar que desde que la “Pintoresca” lo rescató, cuando la “Farroupilha” o "Andrajosa" pretendía remontar el Paraná, hasta su traslado a la ciudad de Paraná, los vecinos de la ciudad de Gualeguay fueron responsables principales de que el libertador de Italia se mantuviera con vida.

A manera de síntesis podemos certificar lo siguiente:

1. La tripulación de la “Pintoresca”, principalmente con la intervención de Jacinto Andreu, salvó la vida de Giuseppe Garibaldi, quien se encontraba herido de bala, trasladándolo hasta Puerto Ruiz para brindarle auxilio médico.

2. Al llegar mal herido a Puerto Ruiz, Garibaldi fue trasladado a la ciudad, donde fue atendido por el médico del gobernador de Entre Ríos, Dr. Ramón del Arca, sin cuya intervención quirúrgica, el italiano quizás hubiera corrido otra suerte, considerando que la bala que lo había herido se encontraba alojada en el cuello.

3. La rehabilitación de Garibaldi no fue en una celda, sino en el hogar de su “hermano masón”, don Jacinto Andreu, quien no solo se preocupó por su salud, sino que cubrió todas sus necesidades y le brindó hospitalidad durante los meses de residencia.

4. La población toda se brindó al visitante italiano, agasajándolo con comidas, tertulias, cabalgatas y visitas; haciendo de esta manera menos dura su prisión en la ciudad.

5. El vecindario de Gualeguay, enterado de que Rosas, investido de la Suma del Poder Público, haría uso de sus facultades para ajusticiar a los corsarios de Río Grande, preparó la fuga de don Giuseppe para evitar que caiga en manos del gobernador de Buenos Aires.

6. Descubierto el intento de fuga y torturado Garibaldi por el comandante Millán, los pobladores intercedieron exitosamente ante la autoridad, para que detenga las vejaciones que terminarían en una muerte segura y permita asistirlo con primeros auxilios.

7. Finalmente, los habitantes de Gualeguay comunicaron al gobernador de Entre Ríos, Pascual Echagüe sobre los suplicios a los que estaba siendo sometido Garibaldi, con la intención de que la autoridad provincial interviniera en el hecho. El éxito de las gestiones permitió finalmente que el prisionero italiano fuera trasladado a Paraná, donde finalmente quedó en libertad.

De esta manera culmina la historia de Garibaldi en la ciudad entrerriana de Gualeguay, pudiéndose afirmar que este pueblo salvó su vida.

Tal vez, si éste no hubiera intercedido en su favor, otro sería el desarrollo de la historia italiana y, quizás, otro el presente italiano, peor o mejor no lo sabremos, pero lo que no podemos negar es que, en Gualeguay, se estuvo a punto de modificar los exitosos acontecimientos que la historia le tenía reservados a Giuseppe Garibaldi y su Nación.

Prof. Gustavo Raúl Cichero gustavocich@yahoo.com.ar
Prof. Eduardo Antonio Ramírez guaioramirez@yahoo.com.ar
Gualeguay, marzo de 2007

APÉNDICE DOCUMENTAL

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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

FUENTES
1. Fuentes inéditas
· Diario “La Prensa”. Artículo: “Garibaldi en el Río de la Plata”. Buenos Aires, 20 de octubre de 1968.
· Diario “La Prensa”. Artículo: “La Primera Aventura de Garibaldi en América”. Buenos Aires, 1965.
· Guía de Lugares y Hechos históricos de Gualeguay. Hoja suelta. Citado en Biblioteca Popular Carlos Mastronardi.
·
VACCARI, A. “A través de la República. Desde el Río del Diablo”. Revista Caras y Caretas. Año XXI. Nº 1049. Buenos Aires, 9 de Noviembre de 1918.

FUENTES EDITAS
· DUMAS, Alejandro. Memorias de Garibaldi. Madrid. Editorial Globus. 1994. 291 p.

BIBLIOGRAFÍA
· AGNELLI, Susana, Recuerda Gualeguaychú. El amor y la guerra en la vida de Garibaldi. Buenos Aires. Emecé Editores. 1982. 205 p.
· BARROETAVEÑA, Francisco. Alemania contra el Mundo. Buenos Aires. Otero & Co. Impresores. 1916. Pg. VIII
· FRISCHAUER, Paúl. Garibaldi. El Héroe de dos Mundos. Buenos Aires. Editorial Claridad. 1944. 331 p.
· SMITH, Denis Mack. Los Hombres de la Historia. Nº 99: Garibaldi. Buenos Aires. Centro Editor de América Latina.. 1970. Págs. 113 a 140.
· TONELLI, Juan B. Garibaldi y la Masonería Argentina. ¿Un prócer impuesto por las logias? Buenos Aires. Editorial Rex. 1951. 63 p.
· VICO, Humberto P. Historia de Gualeguay: “Desde sus orígenes hasta 1910” Santa Fe. Editorial Colmegna. 1972. Págs. 120 a 131.
· VILLANUEVA, Amaro. Garibaldi en Entre Ríos. Buenos Aires. Editorial Cartago. 1957. 157 p.

CITAS

  1. DUMAS, Alejandro. Memorias de Garibaldi. Madrid, España. Editorial Globus. 1994. Pág. 281.
  2. TONELLI, Juan B. Garibaldi y la Masonería Argentina. Buenos Aires. Editorial Rex. 1961. Pág. 9
  3. “Un incidente que leí en el Pueblo Soberano me aconteció.
    Estaba condenado a muerte. Era la primera vez que tenía el honor de ver mi nombre impreso en un diario”. DUMAS, Alejandro. Memorias de Garibaldi. Ob Cit. Pág.41
  4. Idem. Pág. 45.
  5. Cf. VILLANUEVA, Amaro. Garibaldi en Entre Ríos. Buenos Aires. Editorial Cartago. 1957. Pág. 30.
  6. DUMAS, Alejandro. Memorias de Garibaldi. Ob Cit. Pág.47.
  7. Ibídem. Pág. 56.
  8. Criollo Viejo: “José Garibaldi en Entre Ríos”, crónica aparecida en el diario “El Litoral”, de Concordia (Entre Ríos), edición del 7 de agosto de 1937. En VILLANUEVA, Amaro. Garibaldi en Entre Ríos. Ob. cit. Pág. 35.
  9. Quien sostuvo la cabeza de Garibaldi, mientras el Dr. Del Arca extraía la bala, fue Francisco Barroetaveña, vecino de nuestra ciudad. Cf. BARROETAVEÑA, Francisco. Alemania contra el Mundo. Buenos Aires. Otero & Co. Impresores. 1916. Pg. VIII.
  10. Cf. VILLANUEVA, Amaro. Garibaldi en Entre Ríos. Ob. cit. Pág. 58.
  11. Criollo Viejo. Ob. Cit. Pág. 46
  12. Cf. VILLANUEVA, Amaro. Garibaldi en Entre Ríos. Ob. cit. Pág. 35.
  13. DUMAS, Alejandro. Memorias de Garibaldi. Ob. Cit. Pág. 60.
  14. Idem. Pág. 60
  15. VICO, Humberto P. Historia de Gualeguay: Desde sus orígenes hasta 1910. Santa Fe. Editorial Colmegna. 1972. Pág. 125
  16. Cf. VILLANUEVA, Amaro. Garibaldi en Entre Ríos. Ob. cit. Pág. 65 y 66.
  17. DUMAS, Alejandro. Memorias de Garibaldi. Ob. Cit. “Cuando rompió el día, estábamos a la vista del Ibicuí, a la distancia de media milla del río. El guía me dijo entonces que esperase allí, mientras él iba a averiguar qué camino debíamos seguir.
    Quedé pues solo. Me apeé, amarré las riendas del caballo al tronco de un árbol y me acosté, esperando así durante dos o tres horas, hasta que, viendo que mi guía no aparecía, me levanté resolviendo ir personalmente a informarme, cuando de repente oí detrás de mí un tiro. Me volví y vi detrás de mí un destacamento de caballería que me perseguía con el sable en la mono. Estaban ya entre mi caballo y yo; era, pues, imposible defenderme o huir. Me entregué”.
  18. Segundo Gianello, vecino de Gualeguay, cuenta en una entrevista a la Revista Caras y Caretas, que el guarda que daba de beber a Garibaldi era Mariano Suparo, agente de policía que ese día se encontraba de guardia. Cf. VACCARI, A. “A través de la República. Desde el Río del Diablo”. Revista Caras y Caretas. Año XXI. Nº 1049. Buenos Aires, 9 de Noviembre de 1918.
  19. DUMAS, Alejandro. Memorias de Garibaldi. Ob. Cit. Pág. 61 y 62.
  20. Según Criollo Viejo, Millán no fue el único que torturó a Garibaldi. También lo hizo su secretario, Salustiano Moreira. Cf. Criollo Viejo: “José Garibaldi en Entre Ríos”, crónica aparecida en el diario “El Litoral”, de Concordia (Entre Ríos), edición del 7 de agosto de 1937. En VILLANUEVA, Amaro. Ob. cit. Pág. 72.
  21. DUMAS, Alejandro. Memorias de Garibaldi. En VILLANUEVA, Amaro. Ob Cit. Pág. 77.
  22. Cf. VILLANUEVA, Amaro. Garibaldi en Entre Ríos. Ob. cit. Pág. 80.
  23. Cf. VICO, Humberto P. Op. Cit. Pág. 131.

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